jueves, 25 de agosto de 2011

[Yesca] Ante la visita del Papa

Estos días la ciudad de Madrid está siendo testigo del pisoteo absoluto de los derechos y libertades fundamentales de sus ciudadanas y ciudadanos. La Jornada Mundial de la Juventud ha arrasado la capital como si de las plagas de Egipto se tratara, dejando a su paso toneladas de basura, decenas de agredidos y detenidos, pero sobre todo, dejando en el aire muchas preguntas que necesitan respuesta para quienes hemos padecido en nuestras carnes la visita de Joseph Ratzinguer a Madrid.

Que esta macro celebración religiosa cuesta a las arcas públicas del Estado al menos 50 millones de euros es por tod@s conocido. Que pone en cuestión la pretendida “laicidad” que el Estado Español fija en su Constitución, también. Que ha sido jaleada y promocionada por los medios de Comunicación e instituciones Públicas, también lo sabíamos desde antes de que se celebraran.

De nada valen los argumentos templados sobre que la JMJ traerá riqueza a Madrid, ya que los descuentos y prebendas con las que han contado los mal llamados peregrin@s no tienen precedente en ningún otro acto celebrado en la ciudad. De hecho, los establecimientos adheridos a las Jornadas son en gran parte grandes cadenas como Telepizza o McDonalds, empresas como El Corte Inglés o bares propiedad de Arturo Fernández, presidente de la CEOE madrileña. La hostelería y sector servicios al margen de la organización y patrocinadores no verá un euro de la Juventud del Papa, que no se aloja en hoteles, sino en los Institutos Públicos de la ciudad, ordenadamente separados por etnias y sexos. L@s jóvenes que trabajan en las barras y el montaje de las infraestructuras de los actos de Cuatro Vientos están sometidos a jornadas de más de 8 horas a la intemperie con un salario ridículo y en condiciones precarias. La ciudad se encuentra paralizada; los trabajadores del Transporte Público y los Servicios Sanitarios, de Limpieza o Bomberos, colapsados. Y las y los madrileños que van a trabajar, o simplemente quieren disfrutar de la ciudad al margen de los fastos católicos, se ven obligados a sufrir cortes de carreteras, aglomeraciones y el colapso de metro y servicios.

Pero las JMJ han ido más allá de todas las expectativas en cuanto a infamia y despotismo se trata, sobre todo para con quienes, como nosotras y nosotros, reivindicamos la laicidad del Estado y rechazamos que los actos de la Iglesia Católica sean financiados con el dinero de nuestros impuestos. El miércoles 17 de agosto la propia Juventud del Papa se organizaba para obstruir la marcha Laica –una manifestación legal- en la que miles de personas protestaban contra la manera en que el Papa visitaba la ciudad. Los peregrinos y peregrinas –muchos de ellos portadores de simbología franquista y carlista- produjeron una situación de confusión que la Policía decidió atajar con un dispositivo basado en la agresión sistemática de todo aquel que no vistiera las acreditaciones de peregrino.

Varios periodistas fueron agredidos, algunos de ellos pudieron recoger el testimonio en vídeo. Decenas de los llamados “laicos”-entre los que se encuentran colectivos feministas, LGTBI, asambleas de barrio, colectivos políticos, y miles de ciudadanos descontentos- han sufrido agresiones, tanto policiales como de los propios participantes de la JMJ, en un ataque a la libertad de expresión sin precedentes. Las agresiones se repitieron con más virulencia si cabe al día siguiente, cuando la Policía decidió cargar contra la concentración convocada en Sol contra la brutalidad policial del día anterior.

Nosotros, la Juventud Castellana y Revolucionaria, queremos llamar la atención sobre todos estos hechos. No sólo en Madrid hemos padecido esta visita indeseable, sino que muchas de las ciudades y pueblos de Castilla, como Toledo o Burgos, han sido “ciudades de acogida” que han financiado con el dinero público los actos previos a las Jornadas en Madrid. Valladolid, por ejemplo, fue testigo del vergonzoso “macrobotellón” musical que el Ayuntamiento promovió y financió para recibir a una Juventud que, en un alarde descarado de la doble moral católica, se emborracha, ensucia y produce ruidos y disturbios, como ha podido verse en repetidas imágenes en televisión, pero que son amparados por las autoridades.

Ellos, los peregrinos, no son representantes de la Juventud. Su líder el Papa Ratzinguer, ex miembro de las Juventudes Hitlerianas que ha silenciado descaradamente los incontables casos de abuso a menores de la Iglesia Católica y ha mostrado repetidas veces sus posturas radicales e inmovilistas, no tiene ninguna legitimidad para hablar en nombre de la juventud. Cuando el 40% de l@s jóvenes se encuentra en el paro, centenares de familias sufren desahucios de sus hogares y la crisis capitalista golpea con fuerza a la clase trabajadora, la alta jerarquía de la Iglesia Católica prefiere no estar al lado de los pobres, sino hacer ostentación de su riqueza y su opulencia en unos actos que tienen mucho de festivos pero muy poco de solidarios, y nada de útiles.

Somos muchos miles l@s jóvenes que creemos en la justicia social y el cambio; cambio que jamás podrá articularse desde el seno de una Iglesia que condena el uso de anticonceptivos, la eutanasia, el aborto libre o las relaciones homosexuales. Castilla ha sufrido históricamente el azote de la Iglesia Católica con especial virulencia, desde Torquemada hasta hoy, sin olvidar las sanguinarias misiones evangélicas en Latinoamérica o su papel como freno de los procesos revolucionarios en los países del llamado tercer mundo de mano de sus ONG’s, la leyenda negra de la Santa Madre Iglesia deja en nuestra tierra castellana un historial inconmensurable de asesinatos, de oscurantismo, de miedo, de censura y abusos.

Somos muchos miles los jóvenes que salimos a la calle el 17A en Madrid a exigir el fin de los privilegios del catolicismo, y aunque no contáramos con subvenciones públicas, patrocinios millonarios ni mochilas coloridas,  nos hemos movido, movemos y moveremos por una sociedad más justa, donde la hipocresía, la doble moral y la represión heteropatriarcal de la Iglesia no caben en ninguna de sus formas.

Desde Yesca, la juventud castellana y revolucionaria, mostramos nuestro rechazo a las agresiones policiales producidas durante esta semana y la actuación de Delegación de Gobierno en Madrid, que tenían el claro objetivo de ahogar las protestas democráticas de los distintos colectivos contrarios a la visita del Papa, y que protegieron con especial dedicación a la Juventud del Papa cuya visita está costando no sólo muchos millones de dinero público, sino también muchos golpes, y muchos quebraderos de cabeza a los miles de ciudadanos que creemos en una sociedad abierta y plural

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