miércoles, 20 de julio de 2011

Movimiento 15-M: Apuntes, enseñanzas y retos para el futuro

Semanas después de que el descontento popular se haya materializado en la calle de forma tan abrumadora como lo ha hecho a través del 15M, parece evidente que las incógnitas iniciales se han despejado, o al menos las de mayor importancia. Ahora tiene sentido volver a acometer este tema, viendo con cierta perspectiva su evolución.

Desde nuestra modesta organización creemos haber acertado en nuestra actitud respecto a este movimiento. Tal vez en los inicios del mismo no fue fácil concebir la dimensión de los acontecimientos, pero podemos mostrarnos satisfechas/os de nuestra actitud ante lo que estaba ocurriendo, apoyando desde el principio las movilizaciones junto a much@s otr@s compañer@s de diferentes familias políticas. Sin embargo, parte de la comúnmente denominada como izquierda revolucionaria tradicional acogió con escepticismo, pasividad, miedo o desafección al movimiento. No sólo la germinación ‘instantánea’ de ciertos grupos entorno al movimiento que llamaron a las primeras manifestaciones traían dudas -por otra parte, lógicas-, sino que también se menospreciaba la utilidad social y las posibilidades de cambio que brindaba. En cierta militancia clásica se veía un desencanto ante una victoria popular y brillaba por su ausencia una visión política madura ante la oportunidad abierta. Esto evidencia que hay quien minusvalora la capacidad del propio pueblo para responder, y por consiguiente, que carece de confianza alguna en el propio pueblo al que dice representar.

Otro de los grandes errores de ciertos sectores de esta izquierda tradicional ha sido el de acercarse al movimiento sin la humildad necesaria. El 15M ha demostrado grandes capacidades de autoorganización, de dinamismo, de combatividad y de respuesta; ante las carencias y dificultades del método asambleario reformula una y otra vez formas de funcionamiento; ante los problemas entre participantes, modera eficazmente; ante los errores, se reorienta. Sin duda, de nuestra participación en el movimiento estamos extrayendo grandes lecciones en un aprendizaje constante. Es una experiencia de la cual nos compensa con creces formar parte desde los puntos de vista humano, político, social y militante, pese a todos los inconvenientes que puedan ir surgiendo. Es mucho lo que recibimos del movimiento, pero también es bastante lo que podemos ofrecer: seguimos apostando por participar respetuosamente, pues creemos que aportamos elementos de debate en la dirección correcta, metodologías y experiencia.

Independientemente de quien sacara adelante las primeras convocatorias, es totalmente necesario visibilizar la potencialidad de éstas con un descontento y una indignación que se viene gestando a lo largo de los últimos años en el Estado. Como no nos cansamos de repetir, la profundización de las políticas del liberalismo económico y la agudización de los conflictos sociopolíticos tienen una consecuencia directa e ineludible: la respuesta social organizada. El éxito de estas movilizaciones es incomprensible sin el trabajo de base de la militancia sociopolítica más “obrera” y formada durante décadas. De ello es buen ejemplo el mayor triunfo del movimiento al sacar a cientos de miles de personas a la calle acertando en la apuesta por confluir con las marchas obreras organizadas previamente para el 19J por los sectores que ya estaban trabajando en esta línea en Madrid; también se percibe fácilmente en el creciente llamamiento de una jornada de lucha o por una huelga general para octubre.

La lucha por la justicia social y la dignidad del pueblo engarzan a la perfección con las pasadas batallas, de la misma forma que conectarán con los movimientos de respuesta posteriores. El 15M no es sino un escalón de una larga escalera hacia nuestras metas, pero un escalón importantísimo en lo cualitativo y en lo cuantitativo, y requiere ser valorado en su justa medida.

El movimiento ha generado una gran ilusión. Quienes hayan asistido a las asambleas se han percatado de la necesidad de la gente de expresarse, de agarrar un micrófono y hacerse oír, de participar. El pueblo anhela mejorar sustancialmente sus condiciones y calidad de vida, y el 15M ha supuesto un refugio para la gente que no encontraba otras vías o cauces por los que manifestarse y buscar apoyos; desde la paralización de los desahucios hasta el apoyo a trabajadoras despedidas, las acciones dan al movimiento una gran utilidad social. Entre sus factores de éxito tampoco cabe olvidar la gran capacidad de presentar actividades innovadoras y renovarse en el estilo constantemente, rompiendo los moldes tradicionales.

Por otra parte, el movimiento 15M tiene importantes dificultades que sortear: a sus carencias internas se le une la actividad de ciertos grupos que quieren fragmentar y disolver el movimiento a toda costa con el interés evidente de que esto no llegue a concretarse en nada. A ello se suman ciertos guiños del PSOE y otros grupos parlamentarios, que pretenden atraerse al movimiento y que entre los sectores más triunfalistas o reformistas pueden ser entendidos como una victoria. La conquista del movimiento 15M está en él mismo, en su capacidad de generar democracia participativa y asamblearia, y no en las migajas superficiales que los poderes fácticos del Estado están dispuestos a conceder a cambio de desarticular el 15M. En mantener un bloque popular compacto y verdaderamente revolucionario tenemos que desempeñar una gran labor, pues los enemigos son muchos, no descansan y saben hacer muy bien su trabajo desmovilizador.

A este reto de mantener la unidad global del movimiento se suma la necesidad de conservarlo en el tiempo y convertirlo en una masa crítica capaz de incidir contra el actual sistema político, económico y social. La falta de conciencia nacional en Castilla y de un proyecto sólidamente extendido por nuestro pueblo hace que seamos la población más directamente perjudicada por el bipartidismo, esquema que no se repite en otros pueblos bajo jurisdicción del Estado español y en donde existen alternativas reales y con amplio apoyo, también en el plano juvenil, de confrontación con el sistema vigente. Castilla es piedra angular del proyecto españolista y base de operaciones del modelo económico y político de los poderes fácticos; en nuestras manos, en las de tod@s, queda el revertir esta situación y devolver el espíritu comunero –la dignidad y la defensa de lo común frente a los privado- a nuestro pueblo.


Yesca, la juventud castellana y revolucionaria.

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